Sunday, May 18, 2014

PUBLICADO POR "Ensayos del Silencio..."


Hombre en llamas...


No era un loco.

Tampoco un enfermo;
sólo estaba enamorado
y el amor obliga a la locura
y enferma, de vez en vez.

Usualmente,
se empeñaba en gravitar entre las sombras.

Caminaba solo los días y los años
aparentando que lo suyo era una vida.

En la noche su piel reclamaba todavía,
la tibieza de un cuerpo vivo,
el dulce abrazo de alguien para él.

El empuje para salir de casa era la rutina
y, la apatia, el sonido de su obturador.

Estaba cansado.

En algún punto,
las ganas se le convirtieron en lozas de plomo
que no le dejaban volar.

Las figuras de guerreros lo rescataban del marasmo,
mientras la figura de su sangre y de su carne,
el reflejo y perpetuidad de su noble corazón,
se mantenía como su refugio y su razón.

Un día decidió aprender a bailar.

Se atrevió a soltar piernas y brazos,
con la valentía de quien se deshace de
miedos y complejos.

Sacudió con gallardía la cadera,
como quien expulsa de sí,
el polvo que enmohece las ganas.

Decidió modificar su reflejo,
eliminando vicios con la fuerza de los grandes;
se entrenó para cerrar la boca
y abrir la mirada de brillante miel.

Rescató sus viejas canciones
y las fusionó con nuevas melodías
que le inspiraron los mejores pasajes,
cuadros de amaneceres, pobreza, gente,
maravilla, lágrimas, vejez, ausencia,
dolor, color...

Y se permitió coquetear con el papel.

Escribió llorando y sobrio,
y ahogó sus penas en el mar de las estrellas
al que corrió a gritar su nombre,
para exorcizarse aquel amor.

Antes de caer vencido,
su corazón tintó el sueño de su vida
y lo encerró en una botella de cristal,
que descansará en el fondo marino
con el Hombre en llamas,
en una galeria mundial.

Sólo por ella...

De la serie "Ensayos del Silencio..."
12 de noviembre/ 2009